La conversación de coaching personal ya la mencionamos en anteriores artículos donde vimos que se entiende por coaching y cuales son las diferentes áreas para las que se puede acudir a esta disciplina.
Hemos puesto de manifiesto que el coaching consiste en una relación profesional que ayuda a obtener resultados en la vida, profesión, equipo de trabajo e incluso el deporte. Coleman
Mediante el proceso de coaching, el cliente profundiza su conocimiento sobre sí mismo, aumenta su rendimiento y mejora su calidad de vida.
En el día de hoy nos centraremos en la forma en que se desarrolla una conversación de coaching personal o individual.
Si bien puede haber ligeras variantes en razón de las particularidades de cada caso, una conversación de coaching personal constará de seis pasos:
ETAPAS en la CONVERSACIÓN de COACHING PERSONAL
ETAPA 1: Creación de contexto
Ya hemos tratado este macro-acuerdo en un artículo anterior. Aquí simplemente sintetizaremos que esta etapa consiste en explicar a la persona las características del proceso, y consensuar las expectativas que ambos tenemos para el desarrollo de la conversación. Goldbarg
ETAPA 2: Clarificación de la brecha
En coaching, se denomina brecha a esa distancia existente entre donde el coachee está hoy y dónde quiere llegar. icf
Precisamente en esta etapa invitaremos al coachee a que nos cuente en que consiste su brecha y cuál es el objetivo que procura alcanzar o el problema a resolver.
Aquí es muy importante que el coach indague para obtener más información, detecte las emociones del coachee, cuales son sus juicios y sus interpretaciones, tanto en su lenguaje verbal como así también lo que manifiesta a través de su corporalidad. Echeverría
ETAPA 3: Exploración e invitación al coachee a descubrir nuevas interpretaciones
En esta tercera etapa nos alejamos del tema puntual de la brecha puntual y exploramos otros ámbitos de la vida del coachee.
Buscaremos en experiencias anteriores de su vida que lo llevaron hasta donde está hoy, en sus creencias, en las limitaciones autoimpuestas, analizando en cada caso no solo su relato sino, por sobre todas las cosas, sus juicios y su emocionalidad.
A través de las preguntas adecuadas procuraremos que el coachee advierta desde un nuevo lugar –un cambio de observador- que es en realidad lo que le ha impedido hasta el momento alcanzar su objetivo o solucionar el conflicto manifestado en la brecha.
ETAPA 4: Abrir nuevas posibilidades de acción
En esta cuarta etapa debemos estar atentos a la emocionalidad y corporalidad del coachee y compartirlo con él, dado que estos nuevos descubrimientos –según el tema sobre el que versen- pueden ser muy movilizantes.
Según cada caso, podremos o no ofrecer actividades que faciliten el cambio de observador del que hablamos en la etapa anterior, comenzaremos juntos a diagramar una programación de acciones diferentes para llegar al tan ansiado objetivo.
Reitero que todo dependerá de cada situación. Si el coachee ha quedado shockeado por el rumbo de la conversación, esta etapa quedará para una futura sesión.
ETAPA 5: Compromiso y Coordinación
Aquí invitamos al coachee a asumir el compromiso de aplicar lo descubierto y aprendido. Podemos colaborar conversando con él hasta que organice la planificación de las acciones que realizará.
Requeriremos un compromiso real y concreto, no vaguedades que luego se transforman en postergaciones.
ETAPA 6: Generamos el cierre
En esta etapa final, chequeamos con el coachee cómo se siente y qué obtuvo de la conversación.
De ser necesario podemos ofrecer acuerdos de seguimiento y futuras conversaciones. El número de sesiones dependerá de la complejidad del tema, de nuevas brechas que surjan en las sucesivas conversaciones o de la necesidad de arbitrar nuevas estrategias de acción.
En todas las etapas es sumamente importante la forma en que se desempeñe el coach, ya que es necesario que se genere un clima de confianza entre ambos que posibilite la apertura del coachee. El coach debe prestar atención en todo momento –escucha activa-, tanto a las expresiones verbales como corporales, emocionales y actitudinales del coache.
Hablar poco y escuchar mucho es la máxima de un coach. Solo debe preguntar, no hacer interpretaciones, sugerencias ni extenderse en sus apreciaciones.
Mediante las preguntas, los descubrimientos los hará el coachee por si mismo. Así, la planificación y las acciones serán organizadas por él mismo, garantizando el poder llevarlas a cabo ¡y esa es la mayor maravilla de esta disciplina!