¡Buenos días! Este título parece que nos está retando ¿no? Asumir la responsabilidad …
Y si, estamos acostumbrados a no asumir la responsabilidad y a colocarla fuera de nosotros mismos. Algo así como si el “quien soy” fuera inmodificable y producto de “quienes fueron” los mayores que me educaron o “qué me pasó” en mis primeros años de vida.
Ciertamente que las circunstancias pasadas en nuestros primeros años de vida dejan huella y nos llevan a crear nuestro sistema de creencias de conformidad con lo que hayamos vivido o nos hayan infundido, pero ¡basta de justificarnos! Quienes somos ahora, en nuestra vida adulta, es una decisión pura y totalmente nuestra.
A ver, analicemos un poco el tema:
Todas las personas nos movemos en tres áreas:
* la pública, que es la que le mostramos a las demás personas. Sería la imagen que buscamos dar a la sociedad;
* la privada, que constituye nuestros proyectos, nuestros deseos, nuestros miedos, etc. Esta área la compartimos con pocas personas, que constituyen nuestros seres más cercanos elegidos por confianza y conexión;
* por último, la parte íntima. Esta parte está en nuestro interior; son nuestras conversaciones internas, miedos internos, emociones internas, deseos internos. Es todo aquello que sentimos pero que nos guardamos para nosotros; no se lo contamos a nadie e incluso la intentamos ocultar.
Por ejemplo, estamos nerviosos pero fingimos seguridad; estamos tristes pero “hacemos de cuenta” que estamos felices, algo nos aflige pero damos la imagen externa de que no nos importa. Así, pasamos la vida tratamos de dar una imagen que no demuestre nuestras verdaderas emociones.
En base a nuestra parte íntima, permanentemente estamos hablando con nosotros mismos. Esa conversación interna, dispara sentimientos; esos sentimientos condicionan las acciones y esas acciones condicionan los resultados.
Es decir, fijate como esa parte íntima que tratamos de contener, callar y ocultar es la que, en definitiva, determina nuestro presente. Esas conversaciones internas condicionan nuestros resultados; lo que nos decimos, lo que creemos, la forma en que elegimos ver la vida.
Las acciones nuestras estarán condicionadas por los resultados que internamente creemos posibles. Una vez más vemos la trascendencia de nuestro sistema de creencias…
A veces no somos conscientes de la conversación interna que tenemos, porque es automática, permanente.
¿Y cómo podemos entonces asumir la responsabilidad por la vida?
Asumimos la responsabilidad cuando “soltamos” la estructura que nos armamos, cuando dejamos de victimizarnos y tomamos las riendas de nuestro presente; cuando dejamos de justificar los “no logros” en un pasado del que no somos responsable sino solo víctimas que nada pueden hacer al respecto.
Tendemos a asumir una postura de pasividad y victimización encontrando argumentos que amparan precisamente esas posturas. Somos especialistas en buscar los argumentos adecuados para las creencias que deseamos -consciente o inconscientemente- resguardar.
Así, justificamos nuestras limitaciones en que nuestra familia no fue la adecuada, o nuestra educación no fue la adecuada, o fuimos víctimas de una posición económica desventajosa, e incluso solemos atribuir que nacimos en el país equivocado….
Fijate como, con esas formas de pensar no nos sentimos culpables. No tenemos la vida que deseamos pero no fue culpa nuestra sino de ….. yo no tuve la suerte de …. y así siguen y siguen los argumentos que nos hacen permanecer en la pasividad y el victimismo.
¿Hasta cuándo?!
¿Realmente crees que tu vida está determinada por factores externos y no puedes hacer nada al respecto? Lo dudo; si así fuera no estarías leyendo esta página.
Fíjate también como, en ocasiones, incluso, cuando las cosas salen bien también las colocamos en el “afuera”: tuve suerte, di con la persona adecuada, la pareja ideal, etc. En esa línea de pensamiento, así como lo malo no es culpa nuestra, lo bueno tampoco es consecuencia de nuestras acciones.
Reinventarse implica asumir la responsabilidad por la vida que tenemos y reconocer nuestro nuestro poder de creación.
Nosotros somos los responsables por lo bueno y lo malo que pasa en nuestra vida, los logros que obtenemos y los que elegimos no obtener.
Sí, dije bien: elegimos no tener. Todo es cuestión de elección: lo que nos pasa y lo que no nos pasa.
Es hora de asumir la responsabilidad.
Se requiere fuerza, voluntad, pasión, constancia.
¡Te invito a hacerlo!